Mi sol.

En mitad de la madrugada, me acompaña un café de esos baratos con su indudable misión de mantenerme en pie (Cosa que no logra a la con total diligencia). Ya sin ningún objetivo y con la cabeza un poco centrada en ideas deliberadas pienso en el sol... en mi Sol.

Recuerdo que lo perdí hace, en una apuesta, quizá... o en un sendero bifurcado del cual no encontré salida. Mas ¿qué hace la luna sin su sol? espera, en lo alto, sin dignarse a bajar: Orgullosa, como si tuviese motivos; Superior, a todo lo terrenal, a aquello que no la alcanza. Espera tranquila a que llegue un nuevo sol, un sol que le de vida, que la haga brillar, que la hunda en desesperación y que la llene de deseos.

Un nuevo sol que quizá no sea tan nuevo.

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